31 de octubre de 2014:
El agujero de ozono de la Antártida alcanzó su tamaño
máximo anual el 11 de septiembre, según informaron
científicos de la NASA y de la Administración Nacional
Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric
Administration, o NOAA, por su acrónimo en idioma
inglés). El tamaño del agujero de este año fue 24,1
millones de kilómetros cuadrados (9,3 millones de millas
cuadradas); esta es un área que mide casi el tamaño que
tiene América del Norte.
El área máxima en un solo día fue
similar a la del año 2013, que alcanzó los 24,0 millones
de kilómetros cuadrados (9,3 millones de millas
cuadradas). El agujero de ozono más grande registrado
por un satélite en un solo día midió 29,9 millones de
kilómetros cuadrados (11,5 millones de millas
cuadradas), el 9 de septiembre de 2000. En total, la
capa de ozono es más pequeña que los agujeros grandes
del período 1998–2006 y se la puede comparar con lo
medido en 2010, 2012 y 2013.
Con los niveles actuales de cloro en
la atmósfera, aumentados desde la década de 1980, el
agujero de ozono de la Antártida se forma y se expande
durante la primavera del hemisferio sur (agosto y
septiembre). La capa de ozono ayuda a proteger la vida
en la Tierra de la potencialmente dañina radiación
ultravioleta que puede causar cáncer de piel y dañar las
plantas.
El Protocolo de Montreal, que se
acordó en el año 1987, estableció una reglamentación
para las sustancias que reducen el ozono, como los
clorofluorocarbonos, que contienen cloro, y los halones,
que contienen bromo. El nivel de estas sustancias
registrado en 2014 sobre la Antártida ha disminuido
alrededor de un 9 por ciento, por debajo del récord
máximo del año 2000.
“La variabilidad climática de un año
a otro impacta significativamente sobre el ozono de la
Antártida porque las temperaturas estratosféricas más
cálidas pueden reducir el agotamiento del ozono”, dijo
Paul A. Newman, quien es el científico jefe para el área
de la atmósfera en el Centro Goddard para Vuelos
Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma
inglés), de la NASA, en Greenbelt, Maryland. “El agujero
de ozono es más pequeño que lo que vimos a fines de la
década de 1900 y principios de la década de 2000 y
sabemos que los niveles de cloro están disminuyendo. Sin
embargo, todavía no estamos seguros de si un
calentamiento de las temperaturas estratosféricas a
largo plazo en la Antártida podría explicar la reducción
de este agotamiento del ozono”.
Los científicos están
trabajando con el fin de determinar si el
agujero de ozono de la última década es el
resultado de los aumentos de temperatura o de la
reducción del cloro. Un aumento de la
temperatura estratosférica arriba de la
Antártida disminuiría el área del agujero de
ozono. Las mediciones llevadas a cabo mediante
satélites y desde la Tierra muestran que los
niveles de cloro están reduciéndose, pero los
análisis de la temperatura estratosférica en esa
región son menos confiables para determinar las
tendencias a largo plazo.
Los científicos también
descubrieron que el espesor mínimo de la capa de
ozono este año fue de 114 unidades Dobson, el 30
de septiembre, en comparación con las 250-350
unidades Dobson registradas durante la década de
1960. Durante los últimos 50 años, los registros
satelitales y en tierra relacionados con la
Antártida muestran que las cantidades en la
columna de ozono varían de 100 a 400 unidades
Dobson, lo que se traduce en aproximadamente de
1 milímetro (1/25 pulgada) a 5 milímetros (1/6
pulgadas) de ozono en una capa, si se la trajera
a la superficie.
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Los datos sobre el ozono provienen
del Instrumento Holandés-Finlandés de Monitorización del
Ozono (Dutch-Finnish Ozone Monitoring Instrument, en
idioma inglés), ubicado a bordo del satélite Aura, de la
NASA, y del Conjunto de Instrumentos para el Análisis y
la Monitorización del Ozono (Ozone Monitoring and
Profiler Suite instrument, en idioma inglés), colocado a
bordo del Satélite de Asociación Nacional Suomi en
Órbita Polar (Suomi National Polar-orbiting Partnership
satellite, en idioma inglés), de la NASA-NOAA. Las
mediciones llevadas a cabo por la NOAA en la estación
del polo sur monitorizan la capa de ozono ubicada por
encima de ese lugar por medio del espectrofotómetro
Dobson y a través de lanzamientos regulares del globo
sonda, que registra el espesor de la capa de ozono y su
distribución vertical. Las cantidades de cloro se
calculan usando mediciones en tierra llevadas a cabo por
la NOAA y por la NASA y a través de observaciones
realizadas por el Medidor de Microondas del Limbo
(Microwave Limb Sounder, en idioma inglés), a bordo del
satélite Aura, de la NASA.
La NASA y la NOAA deben cumplir con
lo establecido en la Ley del Aire Limpio destinada a
monitorizar los gases que agotan el ozono y también a
controlar el agotamiento del ozono en la estratosfera.
Desde la década de 1970, científicos de la NASA y de la
NOAA han estado monitorizando la capa de ozono y las
concentraciones de sustancias que agotan el ozono y sus
productos de descomposición desde el suelo y con una
variedad de instrumentos ubicados en satélites y globos.
Estas observaciones nos permiten contar con un registro
continuo a largo plazo para dar seguimiento a la
evolución de las cantidades de ozono a largo plazo y de
un año a otro.
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