Petróleo y Gas: Desarrollan tecnología petrolera de exportación
Enviado el Wednesday, 30 April a las 12:01:17 por opagola
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Acuerdo estratégico entre una empresa norteamericana y científicos argentinos.
En las afueras de la ciudad de Neuquén montaron un laboratorio de investigación y desarrollo orientado a esa industria.
Los inventos pertenecen a San Antonio Pride, una firma estadounidense de servicios para la industria petrolera, pero fueron desarrollados por investigadores del Conicet, las universidades de Buenos Aires y Córdoba, y el Invap.
El proyecto nació a partir de una propuesta de un ingeniero argentino, radicado en EE.UU. Tiene a su favor costos menores. Un cemento que flota es uno de sus inventos.
Hace años, lejos de la Patria y en el comedor de una plataforma petrolera oceánica, este cronista sonrió al encontrarse con una manzana del Alto Valle del Río Negro en su plato. La semana pasada su sonrisa fue mayor cuando entre los manzanares cercanos a la ciudad de Neuquén se encontró con una sorprendente y sofisticada tecnología petrolera totalmente criolla, diseñada y fabricada en el Alto Valle para los pozos y plataformas petrolíferas de todo el mundo.
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Obra de una mezcla rara de químicos e ingenieros petroleros, nucleares y aeroespaciales, la panoplia de desarrollos locales muestra aparatos carísimos que mejoran en prestaciones, duración o precio la oferta mundial existente. Pero también incluye materiales francamente revolucionarios, como un cemento que flota en el agua. Desarrollos como éste ahora se empezarán a exportar, y con el sello "Hecho en Argentina".
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Los inventos pertenecen a San Antonio Pride, una firma estadounidense de servicios para la industria petrolera, pero fueron desarrollados por investigadores del Conicet, las universidades de Buenos Aires y Córdoba, y el Invap. Pues si bien la casa matriz de Pride está en Texas, su investigación y desarrollo se realiza en la Argentina, gracias a un acuerdo estratégico.
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"Invap tiene la calidad de las mejores firmas de tecnología de los Estados Unidos y una creatividad tal vez superior, porque sus estructuras corporativas pesan menos. Pero el precio de la hora de ingeniería argentina es mucho menor que el estadounidense", explica el artífice de este proyecto, Gustavo Bianchi, doctor en ciencias de materiales formado en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Investigador repatriado
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Bianchi es un investigador repatriado que volvió al país con agenda propia. En los ochenta en la CNEA lo llamaban "el loco" por su empuje y audacia; en los noventa se fue a la YPF recién privatizada a aplicar su "cultura nuclear" en la creación de nueva tecnología petrolera. Pero tras una estada como docente en la Universidad de Texas, en Austin, se lo terminó llevando Pride, que vende servicios técnicos a pozos de petróleo en muchos lugares del mundo, incluida la Argentina.
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En su rubro Pride factura 1500 millones de dólares anuales, pero debe hacer frente a colosos de 5000 millones por año: sin cierta ventaja tecnológica, muere. Bianchi fue contratado para garantizar esa ventaja.
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Para eso, Pride le pidió que montara un laboratorio de investigación y desarrollo en Houston. Oferta a la que Bianchi, casi justificando su viejo apodo en la CNEA, contrapropuso la de armar ese centro, pero en la Patagonia. Y en medio del caos de fines de 2001. Como campo de aterrizaje proponía a San Antonio, una pequeña compañía recién comprada a la argentina Pecom.
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"Al principio mis jefes fueron cautos -confiesa Bianchi-. Pero a los pocos meses de tejida la alianza estratégica, cuando empezaron a llegar a Houston los planos de los nuevos "fierros" diseñados en la Argentina, se dieron cuenta de que habían dado con un filón de talento enorme y casi virgen."
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Acostumbrado a navegar contra la corriente, Bianchi minimiza lo que logró: "Que los americanos vengan a desarrollar tecnología aquí no es el mundo al revés. Tiene una lógica de mercado bastante impecable. Más bien creo que esto es un miniejemplo de la Argentina al derecho".
Mestizaje de ingenierías
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La ingeniería petrolera trabaja con herramientas y máquinas enormes, y las cosas se reemplazan en general cuando se rompen. En la industria atómica, en cambio, no hay márgenes de error y el diseño por cálculo de elementos finitos permite saber cuándo se va a romper algo y cómo, para reemplazarlo antes. En la aeroespacial, lo mismo. Pero además todo es ultraliviano y sutil.
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Valga esto para decir que el encuentro de expertos de San Antonio Pride con los de Invap no fue fácil y volaron los chispazos en más de una ocasión. Sin embargo, de ese choque de culturas técnicas están saliendo hijos robustos: "motores de fondo de pozo" de alta resistencia de decenas de miles de dólares la pieza, "barros para pozo" de composición secreta que se exportan a todo el mundo, nuevos materiales que parecen una solución en busca de problemas (como el cemento que flota en agua) y equipos pesados que exceden el millón de dólares la unidad, como los inyectores de barros o de ácidos.
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Curiosamente, son ítem que en ocho décadas de actividad petrolera la Argentina casi no desarrolló y se limitaba a importar. Paradojas de la vida, ahora se diseñan y fabrican aquí gracias al sistema científico-técnico del Estado, pero animado por el "management" y los capitales de una multinacional atípica y con un vicepresidente al uso.
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Armada con las innovaciones que le dio nuestro país, Pride hoy sale a dar batalla en un mercado mundial inmenso que dominan sólo tres Goliats con armas más viejas. En contraprestación, algunas decenas de expertos locales asociados a esta aventura quedan a salvo de las estrecheces del sistema científico local. Y de emigrar, ni hablarles: ahora, como Bianchi -y gracias a él-, intentan ser modestos profetas en su tierra.
Fuente: NOTICIENCIA
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