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Sólo en nuestra Vía Láctea hay más de cien mil millones de estrellas. Alrededor de la mayoría giran seguramente planetas. ¿Por qué debería ser nuestro planeta el único lugar con vida en el universo?
FOTO: La Vía Láctea: cien mil millones de estrellas. |
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Hoy se conoce la existencia de más de 250 planetas
que, como
la Tierra en torno al Sol, giran alrededor de otras estrellas. Casi
todas las
semanas se descubren nuevos planetas. La búsqueda de planetas es hoy
una de las
áreas más dinámicas de la astronomía, como informa la edición online de
la
radio alemana DLF.La bioastronomía, también llamada astrobiología,
es una de
las disciplinas científicas estrella de nuestros días. La cuestión
esencial que
investiga es: ¿qué probabilidad existe para el surgimiento de vida en
el
universo? Que la Tierra sea un caso único goza hoy de escasa aceptación
entre
los investigadores.
Los astrónomos dedicados al tema estiman que
pueden existir
unas 10.000 civilizaciones “descubribles” por los terráqueos. Parece
mucho,
pero no lo es, porque la civilización más próxima podría hallarse a
unos 1000
años luz de distancia.

La luna Europa, de Júpiter: ¿vida bajo la capa de
hielo?
Pronto
los astrónomos podrán saber por lo menos más exactamente cuántos
planetas hay
en las profundidades del espacio. Hasta ahora se han hallado por el
medio de
rastreo de ondas electromagnéticas sobre todo planetas grandes, del
tamaño de
Júpiter, que giran en órbitas muy cercanas a sus estrellas.
Pero vida en esos gigantes gaseosos tan cercanos a
las
estrellas muy calientes seguramente no existe. Los planetas que más
posibilidades ofrecen para la vida no son detectables con la técnica
actual. La
NASA enviará a fines de 2008 una sonda al espacio —la misión Kepler—
que
vigilará la brillantez de unas 100.000 estrellas.
Si la brillantez disminuye en algún momento, ello
es indicio
de que alrededor de ella gira un planeta, que no tiene luz propia. La
tarea no
es nada fácil: la sonda tiene que registrar el pasaje del planeta por
delante
de la estrella en el momento justo y desde el ángulo adecuado.
La vida surge rápidamente

La galaxia Messier 51, en la constelación de Canes
Venatici y
su hermana menor: se estima que hay cien mil millones de galaxias en el
universo observable.
Que existan planetas habitables no
significa
necesariamente que estén habitados por seres vivientes. Sólo supone que
en
ellos la vida es principalmente posible, es decir que no están
demasiado cerca
de las estrellas como para asarse por efecto del calor, ni demasiado
lejos como
para no ser más que un montón de hielo.
Dadas esas condiciones, dice la DLF, la vida surge
bastante
rápidamente. La vida es modesta. Para surgir necesita una fuente de
energía, es
decir luz o calor, agua en forma líquida y los elementos químicos
adecuados.
Sin esos tres factores no es posible la vida. Pero una vez que están
presentes,
la vida es casi un automatismo.
“Rápido surgimiento” en términos astronómicos
supone
naturalmente periodos de miles de millones de años. No obstante, ello
es un
dato importante para los científicos. Pues no tienen que buscar
necesariamente
en las profundidades del espacio exterior. También en nuestro sistema
solar
existen algunos lugares, donde existieron durante algún tiempo
condiciones
favorables para la vida… o todavía existen.
Uno de esos lugares es la luna de Júpiter que
lleva el
nombre de Europa. En ella hay una gruesa capa de hielo y debajo un
enorme
océano de agua líquida, también los elementos químicos adecuados y el
calor
necesario para hacer posible la vida, por lo menos en forma
rudimentaria.
Un diálogo casi imposible
Esa vida no genera señales de radio, pero
civilizaciones
avanzadas, como la terrestre, sí. ¿Vale la pena rastrear el espacio en
búsqueda
de señales electromagnéticas? Objetos celestes naturales emiten señales
electromagnéticas con una gran gama de frecuencias. Emisoras de radio
construidas por el ser humano emiten señales con una gama de
frecuencias hasta
300 veces más estrecha. Una señal electromagnética estrecha sería por
lo tanto
un buen indicio de la existencia de una civilización técnica.
Pero aunque los científicos detecten señales de
ese tipo, un
diálogo con otra civilización sería prácticamente imposible. Si en un
planeta
que se halla a 200 años luz de la Tierra existiera una civilización
técnica,
sus señales de radio necesitarían 200 años luz para llegar hasta aquí.
Si
enviamos un mensaje en esa dirección, la respuesta llegaría lo más
temprano 400
años después.
Si la civilización se halla a 1000 años luz de
distancia,
las señales tendrían 1000 años de antigüedad. Y una eventual respuesta
a una
señal nuestra arribaría lo más temprano 2000 años más tarde. Corolario:
vida e
inteligencia técnica pueden estar extendidas en el universo mucho más
de lo que
hoy nos podemos imaginar. Pero contacto con otras civilizaciones en el
espacio
seguramente nunca será posible entablar.
Pablo Kummetz
DW-WORLD.DE