La híper que al final no fue
Fecha Sunday, 05 January a las 19:29:58
Tema Act. Actualidad Nacional e Internacional


Cuando a principios de 2002 el Gobierno devaluó el peso y un mes después liberó totalmente el tipo de cambio, las predicciones eran más que catastróficas. Valores del dólar de entre cinco y 10 pesos para diciembre último y la vuelta de la temida hiperinflación fueron los augurios de algunos economistas.

Sin embargo, el año terminó con la situación bajo control: el dólar tuvo una escalada pero hacia julio comenzó a estabilizarse, la inflación minorista –que en algunos meses fue de dos dígitos– finalmente se pudo controlar y el Banco Central recuperó reservas (suman más de 10.500 millones de dólares).
En otras épocas, situaciones caóticas como las vividas en el primer semestre de 2002 hubieran desencadenado sin duda en una hiperinflación. ¿Qué fue diferente esta vez? En primer lugar, la situación recesiva junto con el corralito bancario limitaron el dinero que se podía volcar al dólar. El consumo está muy acotado en un país con casi la mitad de la población económicamente activa con problemas laborales y con empleados que tienen los salarios fijos con gran incertidumbre sobre su futuro.

Que la recesión pone freno a los precios se puede ver claramente en la diferencia entre la suba de precios mayoristas y minoristas: mientras que los primeros treparon casi 120 por ciento, en las góndolas la suba promedio apenas superó el 40 por ciento. Los comerciantes no pudieron trasladar el aumento ante una fuerte retracción del consumo.

Por otra parte, la teoría económica dice que cuando hay desconfianza la gente huye de la moneda “mala” gastándola rápidamente. El tema es que en Argentina hay monedas menos deseadas que los pesos: los bonos provinciales y nacionales.

Pero, hay que reconocer el mérito de Economía en la estabilización, ya que los aciertos en la política monetaria tuvieron su aporte: se frenó la emisión, se implementó un control de cambios, se intervino para evitar grandes fluctuaciones del dólar y se esterilizó la plaza colocando Lebac. Con la recomposición de las reservas y la estabilización macroeconómica, el Gobierno pudo respirar aliviado: ahuyentó el fantasma de la hiperinflación, aunque los precios todavía preocupan.

LA VOZ DEL INTERIOR 5/1/2003
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