La EPCA (European
Petrochemical
Association)
junto con la UNESCO
y el IUPAC
(Internacional Union of
Pure and Applied
Chemistry)
desarrollaron un
interesante film con
motivo de la
conmemoración del
Año Internacional
de la Química en el
cual se destaca la
importancia de la
química en la vida
cotidiana.
(Ver ...)
Alberto Nícoli había comenzado sus estudios en la década del ‘40, pero los abandonó para irse a trabajar a Buenos Aires. Creó una empresa exitosa, una familia y buenos amigos. Le quedaba una "deuda pendiente", volvió y obtuvo su título. "Todo se puede lograr, sin importar la edad", afirma.
Alberto Nícoli, 80
años, flamante graduado de ingeniería química, en
el octógono de su facultad.
"A los jóvenes les digo que
todo se puede lograr, sin que la edad importe", dice. Foto:Mauricio
Garín
Dicen que lo último que envejece es el espíritu y Alberto
Nícoli, flamante ingeniero químico, lo sabe y lo ha
creído siempre en sus más íntimos pensamientos. A
caballo de esa convicción, ha logrado lo que pocos: graduarse a
los 80 años de edad. El hombre regresó a la Facultad de
Ingeniería Química (FIQ) de la UNL para presentar el
proyecto final de su carrera, y así recibirse. Fue congratulado
con todos los honores.
Como un ajedrecista cauto y paciente, Nícoli fue moviendo las
piezas de su vida con la seguridad que dan la razón y los
afectos duraderos. Había comenzado sus estudios en la
década del ‘40, pero los abandonó para irse a trabajar a
Buenos Aires. Allí se radicó y logró crear su
propia empresa -Nisalco, dedicada al diseño y
construcción de plantas para tratamiento de aguas, entre otros
servicios.-. Formó una familia, hizo buenas amistades,
viajó por el mundo y tuvo la suerte de conocer grandes hombres
de la cultura latinoamericana. Vivió una vida feliz, que
cualquier mortal estaría dispuesto a aceptar, pero le faltaba
algo, un último movimiento en el tablero: su título de
ingeniero químico. Y volvió a Santa Fe para eso.
Y
a jubilado, casado con hijos y nietos, asegura haber querido graduarse
"porque era una vieja deuda personal", pero no sólo por eso: a
la facultad había ingresado en 1947, luego de haber terminado
sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Simón de
Iriondo.
"Recuerdo con mucho cariño aquellas épocas. Santa Fe era
una ciudad de grandes poetas y escritores. Había una actividad
cultural muy floreciente. Con la carrera en el tramo final, en 1954
solicité realizar (como proyecto final) un trabajo sobre
purificación por intercambio iónico de aguas glicerinosas
obtenidas por hidrólisis de grasas y aceites. Así, me fui
a Buenos Aires a trabajar de eso. Trabajé, trabajé mucho.
Y empezamos a darle forma a una empresa propia", cuenta el
recién graduado.
Gratitudes
Nícoli se reclina en su asiento y rememora. Va y viene, llevado
y traído por los recuerdos, por esa grata familiaridad que
siente en las aulas, los laboratorios, el histórico
octógono. Se sincera: "Yo volví a recibirme porque
sentí que era un ingrato. Para trabajar no necesité
exclusivamente el título, pero para mí obtenerlo fue
pagar una deuda pendiente, una forma de agradecer a mucha gente de esta
querida facultad que tanto me dio".
Pero hay otro motivo, más íntimo y sincero. "Veo que hay
muchos muchachos jóvenes con ganas de crear emprendimientos, de
hacer cosas buenas con esta profesión. Hay una incubadora de
empresas, hay innovación. Debemos fomentar esto. Entonces, que
yo me reciba es una forma de decirles a los más jóvenes:
‘Sigan adelante, no aflojen.
Todo se puede lograr, sin importar la edad". Su sinceridad le ilumina
los ojos, es conmovedora.
"A mí, la facultad me dio confianza en mí mismo. Eso era
algo que se notaba mucho antes, y que hay que fomentar en las nuevas
generaciones. Porque la confianza lleva a crear, a emprender. Mi
mensaje para las nuevas generaciones de estudiantes y jóvenes
ingenieros es que todo se puede lograr. Hay que jugarse, y
también ser paciente, porque no siempre los resultados llegan en
el corto plazo", enseña.
"Fui feliz, soy feliz. Si tuviese la oportunidad, elegiría la
misma vida que llevé. Al margen de los afectos personales, una
de las grandes satisfacciones que tuve fue formar la empresa, pero
siempre pensada como un equipo. Y hoy, me honra volver a mi querida
facultad para graduarme", dijo Nícoli, y sólo le
quedó una ultima frase por decir: "Mi vida está completa".
Asociación Argentina de Ingenieros
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